Llegué por sorpresa al mundo de la lúdica, bueno más que por sorpresa llegué porque Dios (que me conoce más de lo que yo misma puedo hacerlo) me condujo de su mano y me llevo a un lugar y a un aprendizaje que me cambiaron la vida para siempre. Hoy varios años después tengo presente que este es mi centro, lo que me apasiona y moviliza, lo que quiero compartir con todos y lo que estoy convencida podría mejorar la vida de muchas personas.
Los seres humanos no estamos completos si despreciamos nuestra necesidad de jugar, reír y crear y este mundo cargado de tantos dolores requiere con urgencia todo aquello que nos conecte con la magia y la alegría. El juego no es solo para los niños, así como todas las demás dimensiones del ser humano, la lúdica es fundamental y su ausencia ensombrece nuestra vida. En la escuela en algún momento nos preguntaron por los hobbys como algo trivial, sin mucha importante, pero hoy sabemos que tener una pasión por fuera del trabajo nos puede salvar la vida.
He aprendido mucho, he descubierto que mis intuiciones infantiles eran ciertas: si uno pierde la alegría se marchita. También he descubierto en mis clases, con el contacto directo con tantos seres humanos maravillosos, que lúdica y juego no son lo mismo y que jugar no es equivalente a hacer dinámicas, saltar, hacer el ridículo o reírse de los demás.
Adicional a lo anterior, últimamente he encontrado una relación (para mi muy valiosa) entre la lúdica y la espiritualidad, que me lleva a pensar en lo tontos que hemos sido al despreciar esta parte fundamental de la vida.
- Cuando se juega se esta en el presente, no se puede pensar en nada más, el ser esta entregado a la alegría y el disfrute, esto lo explica majestuosamente Humberto Maturana Biólogo, académico y filosofo. El presente es también uno de los principios espirituales más importantes, estar aquí y ahora, en esto se basa la meditación. Podría decirse entonces que cuando jugamos meditamos un poco, nos conectamos con nuestro entorno a través de nuestros sentidos y logramos experimentar paz y alegría.
- Nuestra esencia más pura nos habla a través de lo que amamos hacer y eso que amamos hacer es nuestro ser lúdico. Es necesario tener una vida más plena y feliz hacer aquello que llene nuestra alma, esa es la esencia lúdica y ese es un sendero espiritual profundo para encontrar nuestro propósito.
En este sentido, este camino (ludico-espiritual) que ha sido tan despreciado por la era moderna al ser considerado improductivo económicamente, es un valioso sendero de regreso a nosotros mismos, de sanación y de protección. Trabajar por una sociedad que disfrute más, que juegue más y en la que los seres humanos descubran aquello que los colma de alegría es mi llamado, aquello en lo que creo y a lo que deseo dedicarme toda la vida.